Muchas veces creemos que basta con juntar un macho y una hembra y nos damos cuenta que desgraciadamente para ambos peces no es así, llegando a encontrar a la hembra destrozada por el macho (introduciendo una hembra no preparada con un macho deseoso de aparearse), el macho con las aletas rotas o en el peor de los casos la muerte de alguno. Detectar un macho en celo es más fácil ya que hará un gran nido de burbujas para la futura puesta si las condiciones de su entorno (temperatura, calidad del agua...) son idóneas. Con las hembras puede resultarnos un poco más complicado si somos inexpertos o no nos fijamos bien ya que la hembra no hace nido.
Básicamente debemos fijarnos en dos puntos:
1. Un ovopositor bien
marcado: es un puntito blanco que podemos ver en el abdomen de la hembra,
justo detrás de las aletas pélvicas. De ese puntito es de donde saldrán los
futuros huevos una vez la hembra esta lista (en ocasiones puede llegar a soltar
los huevos incluso sin la presencia de un macho).
2. Rayas de celo:
son unas franjas verticales que se suceden a lo largo del lomo de la hembra (no
confundir con las rayas horizontales que se producen por el estrés).
Si la hembra reúne estas dos condiciones significa que esta
lista para aparearse, y si el macho tiene algo de experiencia no nos resultara
difícil reproducir nuestra pareja. Todo esto teniendo en cuenta unos principios
básicos que todos debemos conocer como la calidad del agua, temperatura, buena
alimentación y fundamentalmente una pareja libre de estrés, ya que todos conocemos
la agresividad del betta.
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